LSD

TIPO PRINCIPAL

El LSD, o dietilamida del ácido lisérgico, es un potente alucinógeno ilegal. También se conoce coloquialmente como “ácido” y se utiliza con fines recreativos desde mediados del siglo XX.

Hoy en día, el LSD se vende con más frecuencia en forma de un pequeño trozo de papel parecido a un sello llamado “cartulina” o “papel secante”, que procede de una hoja más grande de papel secante impregnado con la droga. Los consumidores suelen introducirse este cartón en la boca y dejar que se disuelva, antes de tragar lo que queda.

Como droga alucinógena, el LSD tiene un efecto muy potente en la mente, lo que los adictos llaman un “viaje”. Esta experiencia les hace ver y oír alucinaciones y distorsiona sus sensaciones y percepciones cotidianas.

El LSD se crea sintéticamente en un laboratorio y fue desarrollado por primera vez en 1938 por Albert Hofmann, un químico suizo que trabajaba para una empresa farmacéutica. Mientras sus investigaciones se dirigían a descubrir un producto farmacéutico que pudiera utilizarse como tratamiento para enfermedades respiratorias, descubrió por accidente en 1943 que la sustancia tenía un potente efecto alucinógeno.

En la década de 1950, se experimentó con la droga a gran escala en Estados Unidos y otros países, con la esperanza de que pudiera utilizarse para tratar a pacientes que sufrían enfermedades mentales y trastornos psiquiátricos y para ayudar a los investigadores a descubrir el funcionamiento interno de la mente. Sin embargo, a pesar de los ensayos clínicos y de la prescripción de la droga a varios miles de pacientes, no se encontró ningún uso psiquiátrico definitivo.

Algunos clínicos empezaron a utilizar el LSD de forma recreativa y en la década de 1960 su uso se generalizó como parte del movimiento hippy psicodélico. A menudo se atribuye a figuras “contraculturales” como Timothy Leary la difusión del uso del LSD. Sin embargo, a mediados de la década de 1960, muchos países declararon ilegal esta sustancia, lo que provocó un descenso de su consumo al final del movimiento hippy. No obstante, el consumo de LSD continuó, especialmente en los países occidentales desarrollados, y aunque su consumo no es tan frecuente como el del cannabis o la cocaína, sigue siendo una de las drogas más consumidas.

La posesión o venta de LSD está severamente penada por la ley en muchos países. En el Reino Unido, es una droga de clase A, cuya posesión se castiga con hasta siete años de cárcel y su distribución, con cadena perpetua.

OTROS TIPOS

LSD es la abreviatura del nombre químico de la sustancia: dietilamida del ácido lisérgico. En la calle se suele llamar “ácido” o, más raramente, “ácido lisérgico”.

Las “fichas” utilizadas para tomar la droga (pequeños trozos cuadrados de papel, a menudo ilustrados con coloridos dibujos artísticos) tienen diferentes nombres callejeros según la localización geográfica: secantes, dosis, viajes, gotas, soles, geles… Los grandes trozos de papel secante impregnados de LSD de los que se toman estas dosis suelen llamarse “fichas”.

Pero el LSD también se presenta en otras formas. Se puede vender como líquido, en un pequeño vial, o como un cuadrado de gelatina, hecho mezclando LSD líquido con gelatina. También se puede encontrar en pequeñas pastillas, o “micropuntos”, o incluso como un terrón de azúcar empapado en la sustancia, pero el papel secante es, con diferencia, la forma más común en muchos lugares.

PRINCIPALES EFECTOS

Una vez que el consumidor ha masticado o tragado un cartón o ingerido una dosis de alguna otra forma, los efectos tardan algún tiempo en aparecer (entre media hora y dos horas). Este retraso puede llevar a las personas inexpertas a tomar otra dosis antes de tiempo, lo que resulta excesivo.

Los científicos no se ponen de acuerdo sobre la razón exacta de los efectos del LSD, pero lo que sí se sabe es que, una vez que llega al cerebro, imita al neurotransmisor llamado serotonina, una de las sustancias químicas naturales del bienestar. Esto confunde los sentidos y altera las funciones y percepciones normales.

Una vez bajo los efectos de la droga, los consumidores suelen experimentar alucinaciones visuales y auditivas y otras manifestaciones alejadas de la realidad, lo que se conoce como “viajes”. Algunos pueden sufrir visiones especialmente terroríficas y difíciles, mientras que otros tendrán experiencias mucho más alegres.

Durante el viaje, los consumidores corren el riesgo de sufrir lesiones, ya sea por accidente debido a su alejamiento del entorno real, o por paranoia o delirios inducidos por la droga.

 

Debido a la naturaleza altamente alucinógena y psicoactiva de la experiencia, los efectos en personas con trastornos mentales existentes (diagnosticados o no) pueden ser catastróficos.

Incluso años después de tomar LSD, algunos ex consumidores tienen “flashbacks” y reviven su experiencia de formas inesperadas. Estos sucesos pueden ser traumáticos para quienes han tenido “malos viajes”, pero también peligrosos dependiendo del tipo de actividad que el individuo estuviera realizando en el momento del flashback.

PAÍSES PRODUCTORES

El LSD es una sustancia química semisintética fabricada por el hombre y la droga de la calle se produce ilegalmente en laboratorios clandestinos. Se fabrica de diversas formas, todas las cuales requieren conocimientos, habilidades y equipos altamente especializados, así como precursores químicos.

La LSD se sintetiza químicamente a partir del ácido lisérgico, un producto de un hongo llamado cornezuelo, que crece en el centeno y en otras plantas como la volubilis. Aunque se requieren grandes conocimientos químicos para llevar a cabo la síntesis y muchos de los ingredientes necesarios están estrictamente controlados, es posible crear una gran cantidad de LSD a partir de una cantidad relativamente pequeña de ingredientes químicos en bruto.

Una vez sintetizada la LSD, o dietilamida del ácido lisérgico, a través de una serie de reacciones y procesos químicos complejos, se obtiene una sustancia en polvo consistente en cristales blancos. Sin embargo, como la cantidad de LSD necesaria para producir una dosis eficaz es muy pequeña (unos pocos microgramos), rara vez se vende en la calle en esta forma, sino disuelta en agua u otro líquido. A continuación, se suele utilizar para empapar papel secante ya preparado, que luego se divide en dosis individuales (cartones) y se vende en la calle.

Más raramente, la LSD puede diluirse y envasarse en pequeños recipientes. Esta versión líquida se utiliza después para fabricar comprimidos (“micropuntos”) o mezclada con gelatina (“geles”).

Según el Informe Mundial sobre las Drogas de la ONUDD (2011), el 80% de las incautaciones de LSD tienen lugar en Europa. Sin embargo, se trata de una cantidad relativamente pequeña en comparación con el total, estimada en el equivalente a 0,1 kg de la droga. El 16% de las incautaciones mundiales tuvieron lugar en Oceanía.

Dado que las dosis de LSD necesarias para preparar una “hoja” secante para la venta son pequeñas, sólo se necesita un pequeño número de laboratorios ilegales para suministrar grandes cantidades de la droga a los mercados nacionales, regionales e internacionales. Además, como estas hojas de papel secante son diminutas y aparentemente inofensivas, el tráfico (interno o externo) es mucho más fácil que en el caso de la mayoría de las demás drogas.

Una vez entregada a los intermediarios, que la compran a granel, la LSD llega a manos de vendedores ambulantes, que la venden a los consumidores.

Según el Centro Nacional de Inteligencia sobre Drogas de EE.UU. (NDIC), la mayor parte del LSD que se consume en el país es fabricado a nivel nacional por un pequeño número de químicos que operan en el norte de California o en otras partes de la costa oeste. El NDIC también cree que la LSD es producida en cantidades mucho menores por fabricantes independientes con laboratorios domésticos.

Desde la década de 1970, muchos estados se han esforzado por combatir la producción clandestina de LSD. Uno de los intentos más famosos y exitosos fue la Operación Julie, que tuvo lugar en el Reino Unido y fue orquestada durante más de dos años por una docena de fuerzas policiales británicas. Condujo al desmantelamiento de dos redes de traficantes en 1977, a la detención de más de 100 personas en el país y a la incautación de suficiente LSD en bruto para producir casi siete millones de cartones.

Según un informe de la ONU de 1995, la inmensa mayoría del LSD que había en Europa en aquella época procedía de Estados Unidos, y se calcula que la situación es más o menos la misma hoy en día.

DATOS Y ESTADÍSTICAS

HECHOS

  • El LSD es una droga alucinógena que se creó por primera vez en un laboratorio en 1938.
  • Los términos LSD y “ácido” proceden del nombre químico de la droga, dietilamida del ácido lisérgico.
  • El LSD se toma por vía oral y produce un “viaje”, durante el cual el individuo sufre alucinaciones visuales y auditivas y otros fenómenos sensoriales.
  • Se cree que el estado mental y de ánimo del individuo y las circunstancias en las que se toma la droga pueden desempeñar un papel importante en el tipo de viaje experimentado.
  • Una sensación de pánico y ansiedad no es infrecuente entre los consumidores de LSD. Esto puede incluir miedo a la muerte, demencia y otras emociones negativas.
  • Muchos Estados aceptan que no hay pruebas de que la LSD pueda causar daños físicos o mentales permanentes. Sin embargo, se ha descubierto que la toma de LSD por personas con trastornos mentales puede ser muy perjudicial para ellas.
  • La LSD no se considera una sustancia adictiva.
  • El hongo a partir del cual se sintetiza la droga con más frecuencia, el cornezuelo del centeno, ha sido responsable de muchas “epidemias” de ergotismo desde la Edad Media.
  • También conocido como “fuego de San Antonio”, la contaminación de los productos del grano por este hongo ha provocado locura, alucinaciones y psicosis entre la población e incluso ha dado lugar a acusaciones de brujería.
  • Situación legal – En el Reino Unido, el LSD es una droga de clase A. En EE. En EE.UU., es una droga de la Lista I. También es ilegal en muchos otros países, incluidos los que han firmado el Convenio de las Naciones Unidas sobre Sustancias Psicotrópicas.

ESTADÍSTICAS

Los efectos del LSD son de larga duración (hasta 12 horas o más).
En 2000, la DEA estadounidense desmanteló un laboratorio en Kansas, situado en un silo de misiles en desuso. Se cree que el laboratorio produjo 94 millones de dosis de LSD, lo que lo convierte en la mayor incautación de este tipo.
Según un estudio estadounidense de 2004 sobre consumo de drogas y salud, el 12,1% de los jóvenes de 18 a 25 años ha probado el LSD.
Un estudio estadounidense de 2008 muestra que casi 23 millones de estadounidenses mayores de 12 años han tomado LSD al menos una vez en su vida. Sin embargo, sólo 6.250.000 de ellos declararon haberla tomado el año anterior.
En 2009, la cifra fue de 779.000.
En 2011, el consumo de LSD en el Reino Unido había descendido a una quinta parte del nivel de 1996, lo que indica que mucha gente ha dejado de consumirla y que ha pasado de moda entre los jóvenes.
La cantidad de LSD necesaria para producir efectos es microscópica (normalmente entre 30 y 200 microgramos). Sin embargo, algunos usuarios afirman haber tomado dosis especialmente altas, de hasta 1.000 microgramos o más. Cuanto mayor es la dosis, más fuertes son los efectos. No obstante, la intensidad de los efectos puede variar de una persona a otra y los consumidores habituales tienden a desarrollar una tolerancia, lo que significa que tendrán que tomar cada vez más para obtener los mismos efectos que la vez anterior.
Casi nunca se han registrado dosis mortales de LSD. Esto se debe a que la dosis letal para un ser humano se estima en 10-12.000 microgramos, lo que equivale a unas 100 veces la dosis media.

SIGNOS DE ADICCIÓN

La LSD no es adictiva en el sentido tradicional, y los consumidores recreativos no suelen tomarla a diario. La mayoría de las veces, la sustancia se experimenta sólo una o dos veces en la vida. Pero como cualquier droga potente, existe el riesgo de abuso y dependencia psicológica.

En general, los consumidores habituales desarrollan tolerancia al LSD, lo que les obliga a tomar una dosis cada vez mayor para conseguir las alucinaciones y otros efectos psicoactivos que buscan. Dado que se han realizado pocas investigaciones sobre el consumo regular de dosis especialmente altas, es difícil determinar los daños físicos y psicológicos causados en este caso.

Cuando una persona está bajo los efectos del LSD, a menudo parece “fuera de sí”, ya que está sujeta a alucinaciones generadas por su mente y ve los acontecimientos externos desde una perspectiva sensorial distorsionada. Además de reaccionar ante cosas que no existen, puede tener importantes problemas de coordinación y equilibrio. También puede hablar y actuar de forma muy extraña para un observador externo.

Bajo los efectos de la droga, los consumidores pueden tener los ojos muy dilatados, con las pupilas muy grandes, lo que les hará sensibles a la luz.

En ausencia de un “viaje” físico, es casi imposible saber que una persona está consumiendo LSD. Sin embargo, pueden encontrarse pequeños “secantes” de papel de color del tamaño de un sello entre las pertenencias de la persona.

TRATAMIENTOS

En general, el LSD no es tan adictivo como drogas como la heroína y la cocaína, ya que no produce efectos notables de abstinencia ni una búsqueda incontrolable de drogas. Sin embargo, se puede abusar de ella regularmente con consecuencias muy negativas para sus consumidores. Además, los consumidores habituales pueden volverse psicológicamente dependientes de las experiencias alucinógenas “de otro mundo” provocadas por la droga, por lo que les resulta difícil dejarla y enfrentarse al mundo real.

Como la droga no es adictiva en el sentido químico, no se suele prescribir tratamiento farmacéutico para el síndrome de abstinencia. En su lugar, el tratamiento se centrará en terapias psicológicas, asesoramiento y otras prácticas terapéuticas para que los grandes consumidores puedan superar cualquier dificultad psicológica y habitual.

En algunos casos, los consumidores pueden sentirse profundamente perturbados por sus experiencias con la droga y necesitar asesoramiento para hacer frente a recuerdos y acontecimientos que, aunque sean de naturaleza alucinatoria, pueden haber tenido un efecto muy negativo en ellos.

Se sabe que la LSD desencadena enfermedades mentales latentes, como la esquizofrenia o los trastornos de la personalidad y del estado de ánimo, pero también que exacerba trastornos ya existentes. Por lo tanto, algunas personas pueden necesitar ayuda psiquiátrica adicional de un profesional cualificado. Estos trastornos pueden entonces tratarse farmacológicamente de acuerdo con las pautas psiquiátricas normales.

Por otra parte, los consumidores que no parecen padecer un trastorno mental pueden necesitar terapias menos especializadas para ayudarles a superar su adicción. Puede tratarse de terapias basadas en la conversación o en la acción, como la terapia cognitivo-conductual (TCC).

Estas terapias pueden abordar las causas profundas de la adicción, pero también intentan ayudar al consumidor a encontrar formas alternativas de enfrentarse a la vida y a adoptar nuevos hábitos para sustituir al LSD. Al mismo tiempo, se puede ofrecer al individuo apoyo para ayudarle a adaptarse emocionalmente a los cambios en su vida.

Si el usuario sufre “flashbacks” recurrentes en los que revive parcialmente un viaje mucho tiempo después de que haya tenido lugar, el asesoramiento también puede ayudar a afrontarlo.

Además, dado que es posible una fuerte dependencia emocional y psicológica, los problemas de abstinencia y recaída serán, por supuesto, parte integrante del programa de tratamiento.

En algunos casos, el abuso de LSD puede tratarse externamente, con una red de especialistas de apoyo, terapeutas y otros profesionales. Sin embargo, para los casos más graves, puede ser necesaria una estancia en un centro de desintoxicación.

Por último, si la LSD forma parte de una adicción más compleja, también puede ser necesario abordar estos aspectos del problema.

Como la LSD es una potente droga alucinógena y psicodélica, los efectos psicológicos pueden ser profundos, pero con la ayuda adecuada, los consumidores pueden recuperarse.

REFERENCIAS